Resilvestrar las tierras fronterizas: Devolviendo jaguares y ocelotes a su tierra natal
El jaguar ha sido durante mucho tiempo un símbolo de poder respetado y venerado. Durante más de 3,000 años, su iconografía ha perdurado en las Américas, a menudo representando al jaguar como capaz de moverse entre mundos, ya que puede desplazarse tanto de día como de noche, por tierra y agua, por la selva y el bosque de matorral. El mayor felino salvaje del continente, era considerado un guía espiritual mesoamericano, o nahual, que dominaba a los espíritus malignos como domina a sus presas.
El ocelote, su primo más pequeño, le sigue los pasos -la propia palabra ocelotl significa jaguar en náhuatl-. Con el doble de tamaño que un gato doméstico, el ocelote se desliza por las mismas selvas, arbustos y tierras áridas que el jaguar. Su agilidad y valentía representaban una mezcla de sigilo y fuerza que los guerreros veneraban en las culturas mesoamericanas.
Antaño abundantes desde el extremo sur de Argentina hasta tan al norte como Texas y Arizona, estos felinos pueden adaptarse a casi cualquier hábitat. ¿Te imaginas un jaguar en el Gran Cañón? Fue una vez su hogar, al que debe regresar.
Como depredadores, jaguares y ocelotes desempeñan funciones vitales en el equilibrio de los diversos ecosistemas que habitan. Sin embargo, estos felinos otrora venerados, se perciben ahora más como trofeos o amenazas, cazados por sus pieles o para hacer frente a amenazas reales o percibidas contra el ganado. Como consecuencia de la caza y el desarrollo humano, las poblaciones de jaguar y ocelote se encuentran en una situación crítica en su hábitat más septentrional, en el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos.
Para ayudar a repoblar su hábitat nativo en las tierras fronterizas entre México y EE.UU., necesitamos 1) recuperar sus poblaciones en Sonora, México, 2) proteger los corredores de movimiento dentro y entre los países, 3) mejorar la colaboración internacional a todos los niveles de gobierno, y 4) restablecer sus funciones en los grandes ecosistemas.
Dar cada uno de estos pasos es un proceso complicado. Para empezar, necesitamos más datos. Los jaguares y los ocelotes han evolucionado para pasar desapercibidos y mimetizarse perfectamente con su entorno. Son rápidos y ágiles ante las cámaras. Tampoco ayuda a la investigación el hecho de que prefieran terrenos escarpados alejados de las poblaciones humanas.
En consecuencia, registrar con precisión su ubicación y el número de sus poblaciones es una tarea difícil. Por ejemplo, registros recientes en Arizona, junto con modelos de conectividad del hábitat, indican que el corredor Sierra-Azul El Pinito en Sonora, México, es la ruta preferida por los jaguares para llegar a EE.UU. Sin embargo, siguen siendo elusivos en este corredor, con pocos registros definitivos obtenidos hasta ahora.
Además, las prioridades encontradas -entre ganaderos y conservacionistas, Estados Unidos y México, la conectividad del hábitat y el muro fronterizo, etc.- provocan fuertes debates entre las partes interesadas de la región. Los ganaderos temen la reintroducción de depredadores; el muro fronterizo crea una enorme barrera al movimiento del jaguar hacia su hábitat en EE.UU.; algunos conservacionistas abogan por la reintroducción activa del jaguar, mientras que otros defienden un retorno natural.
Una vez que las partes interesadas se pongan de acuerdo sobre el camino a seguir, hacer cumplir la legislación medioambiental en México puede ser una tarea difícil en sí misma.
Sin embargo, consciente de la importancia de proteger a las poblaciones de jaguares y ocelotes, Wildlands Network lleva años haciendo frente a estos retos. Juan Carlos Bravo, Director de Programas de Conservación, Mirna Manteca, Co-Directora del Programa del Noroeste de México, y Cecilia Aguilar, Gerente de Proyectos de Sonora, continúan encontrando formas de superar los conflictos mediante la participación de las comunidades locales en la investigación de campo.
"Antes de unirme a Wildlands Network, tuve el honor de lanzar el proyecto Viviendo con Felinos®, actualmente coordinado por nuestros socios, Northern Jaguar Project y Asociación Conservación del Norte en el centro de Sonora. A día de hoy, el proyecto sigue generando buena voluntad entre los ganaderos cuyas tierras son también hábitat de jaguares, ocelotes, pumas y gatos monteses", afirma Juan Carlos. El programa ofrece recompensas monetarias por obtener imágenes de estos felinos mediante cámaras trampa instaladas en sus propiedades.
"En ese entonces, decidimos darle al propietario la oportunidad de nombrar a la primera jaguar captada por la cámara para que tuviera algún vínculo emocional con ella. La llamó Yuri, en honor a su hija, y así comenzó una gran tradición de rancheros que ponían nombres de familiares a los jaguares locales. Las fotos de Yuri eran siempre un acontecimiento para su familia, incluso cuando aparecía en otros lugares.
"En Wildlands Network, coordiné el mayor esfuerzo simultáneo de investigación con cámaras en el estado de Sonora para recopilar datos de jaguares y ocelotes en siete lugares diferentes de la mitad oriental del estado. Varios socios se unieron a nosotros para aplicar una metodología de campo única en cada uno de sus sitios. A través del proyecto, nuestros amigos de Profauna capturaron evidencia del famoso jaguar estadounidense El Jefe, vivo y coleando en México. El proyecto confirmó una vez más que la conservación del jaguar y la colaboración son inseparables", reflexiona Juan Carlos.
Mirna añade: "En los talleres de monitoreo de la vida silvestre, enseñamos a los propietarios a manejar e instalar las cámaras-trampa, les hablamos de los depredadores y les explicamos su papel en la conservación del jaguar".
También estamos trabajando con agencias estadounidenses, organizaciones mexicanas y ganaderos para asegurar corredores y conectividad de hábitats para los jaguares en regiones estratégicas de Sonora y Sinaloa alrededor de las tierras fronterizas, un proyecto financiado por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre y en colaboración con Northern Jaguar Project y Proyecto Jaguar. Hemos capturado con éxito tanto jaguares como ocelotes en cámara en Sinaloa, dando pasos más cerca de la restauración de corredores prioritarios afectados por la construcción de carreteras.
Estas experiencias demuestran la necesidad y la recompensa de implicar directamente a las comunidades locales y a los propietarios de tierras en el trabajo de campo y la conservación. "Recurrir a la población local nos ayuda a trabajar de forma más eficiente y amplía nuestro alcance: ellos pueden hacer cosas que nosotros no podemos hacer e ir a lugares a los que nosotros no podemos ir", señala Mirna.
Estamos difundiendo una cultura de conservación para facilitar la investigación en campo en México y Norteamérica en general. Al hacerlo, estamos devolviendo a los jaguares y ocelotes a su hábitat natural, un hermoso retorno al poder que siempre han tenido.